El trabajo de cuidados

El trabajo de cuidados consiste en todas aquellas actividades realizadas para garantizar el bienestar cotidiano y el desarrollo de las personas desde diversas perspectivas: física, económica, moral y emocional. Como tal, abarca desde la provisión de elementos esenciales para la vida humana, como alimentación, vivienda, saneamiento, limpieza, salud, compañía y un medio ambiente sano hasta el apoyo y la transmisión de conocimientos, valores sociales y prácticas, a través de procesos relacionados con la crianza y otras dinámicas comunitarias. El trabajo de cuidados consiste en dos tipos de actividades: las actividades de cuidados directos, personales y relacionales, como dar de comer a una niña o niño o cuidar a una persona enferma, adulta mayor o con discapacidad; y las actividades de cuidados indirectos, como cocinar y limpiar.

Algunos conceptos sobre cuidados

Trabajo de cuidados no remunerado
Trabajo de cuidados no remunerado

Comprende todos los servicios no remunerados prestados por personas dentro de un hogar o comunidad en beneficio de sus integrantes, incluido el cuidado de personas y el trabajo doméstico. Algunos ejemplos comunes son cocinar, limpiar y cuidar de niñas y niños, personas mayores y personas con enfermedades o discapacidades, pero también pueden incluir otros actos como buscar agua y combustible o el apoyo emocional. El trabajo comunitario voluntario que apoya el cuidado personal o del hogar, como las cocinas comunitarias o el cuidado de niñas y niños, también son formas de trabajo de cuidados no remunerado. La responsabilidad del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado recae desproporcionadamente en las mujeres y las niñas en toda su diversidad. A nivel mundial, ellas dedican tres veces más tiempo a este trabajo que los hombres y los niños. El trabajo de cuidados no remunerado es una de las principales barreras que impiden a las mujeres acceder a un empleo remunerado y de mejor calidad 5.

Trabajo de cuidados remunerado
Trabajo de cuidados remunerado

Es el cuidado directo de personas realizado en un hogar o institución a cambio de una remuneración o un beneficio. El trabajo de cuidados remunerado abarca tanto la esfera pública como la privada y se presta en diversos entornos, tanto en la economía formal como en la informal. El trabajo de cuidados es una importante fuente de trabajo para las mujeres en todo el mundo6.

Persona cuidadora remunerada
Persona cuidadora remunerada
Es la persona trabajadora que atiende las necesidades físicas, psicológicas, emocionales y de desarrollo de otras personas en el marco de una relación laboral. Entre las y los cuidadores se incluye un amplio abanico de personas trabajadoras de la educación, la sanidad, el trabajo social, los servicios de atención personal y el trabajo doméstico7.
Persona cuidadora no remunerada
Persona cuidadora no remunerada

Es la persona que proporciona cuidados o apoyo no remunerados a individuos dentro de su hogar o comunidad8.


El trabajo de cuidados y las mujeres


Las mujeres realizan la mayor parte del trabajo de cuidados no remunerado en términos de número de horas y también representan la mayoría de las personas cuidadoras no remuneradas en todo el mundo. Según la OIT, las mujeres dedican tres veces más tiempo a este trabajo que los hombres. El trabajo doméstico y de cuidados no remunerado en todo el mundo equivale, aproximadamente, al 9% del PIB mundial. Es un aporte de 11 billones de dólares. Las mujeres realizan tres cuartas partes (75%) de ese trabajo 1 .

Las normas de género contribuyen a mantener esta división desigual del trabajo, lo que tiene implicaciones negativas para la igualdad de género. Esto se manifiesta en que muchas ocupaciones de cuidados se consideran erróneamente no calificadas o una extensión del papel "natural" o "tradicional" de las mujeres como cuidadoras, un estereotipo que contribuye a su bajo estatus, baja remuneración y falta de representación en los espacios de toma de decisiones.

La sobrecarga y la distribución desproporcionada del trabajo de cuidados repercute directamente en las niñas y las mujeres, ya que genera pobreza de tiempo. Esto obstaculiza e interrumpe su desarrollo personal y su potencial, pues impide su participación en el mercado laboral, la educación y su tiempo para el autocuidado y el ocio.

Sumado a ello, y debido a la falta de reconocimiento y valoración del trabajo de cuidados, las condiciones laborales de las personas que prestan cuidados remunerados suelen ser precarias, con salarios bajos y escaso o nulo acceso a la seguridad social. Además, este trabajo de cuidados remunerado es realizado principalmente por mujeres en todo el mundo, y en particular por mujeres migrantes de países del Sur Global y de zonas rurales y periféricas, que cubren el vacío de cuidados dejado por las mujeres del Norte Global o de los centros urbanos que se incorporan cada vez más a la población activa.

Por otro lado, la falta de infraestructuras públicas para los cuidados se traduce en una prestación de cuidados deficiente, inaccesible e insuficiente para muchas poblaciones, en particular para la niñez, las personas con discapacidad y las personas mayores. Estos grupos también suelen ser vistos como dependientes, sin agencia y como sujetos susceptibles de recibir beneficencia, lo que limita su voz y participación en políticas y espacios clave para su bienestar.

Las personas cuidadoras, remuneradas o no, así como quienes reciben cuidados, se enfrentan a múltiples discriminaciones derivadas de identidades que se entrecruzan, como ser una persona de color, tener ingresos más bajos, tener una discapacidad o proceder de un entorno rural. Las mujeres de estos grupos constituyen la mayoría de las cuidadoras y sufren la falta de protección social, de políticas públicas inclusivas y de marcos normativos justos. Mientras tanto, las personas receptoras de cuidados también suelen ser objeto de abusos y violaciones de sus derechos humanos debido a su identidad, con escasas promesas de justicia y rendición de cuentas.

La Alianza Global por los Cuidados promueve un enfoque interseccional y contextual para transformar las desigualdades estructurales que afectan a las mujeres y a las personas cuidadoras en general. Para ello considera necesidades e intereses diferenciados en función del género, la edad, la ubicación territorial, la ocupación, los ámbitos rural y urbano, la religión, la condición de discapacidad, la nacionalidad, la pertenencia étnica, la racialidad, la orientación sexual, la identidad de género, las diferencias socio-económicas y otras características de las personas.

Aspiramos a que la agenda feminista de cuidados esté completamente instalada a nivel global en 2026 para superar la desigualdad de género. Trabajamos para que se haya impulsado una nueva organización social que garantice los derechos de quienes necesitan cuidados, de quienes cuidan y que también considere el autocuidado. Impulsamos, también, que los gobiernos se encuentren realizando cambios normativos e invirtiendo decididamente en el diseño e implementación de políticas, programas y acciones de cuidados con participación ciudadana y mirada interseccional.

Recibe nuestro boletín de noticias

X
facebook
instagram
youtube
linkedin